"Las cutilitas" de Huamachuco - Fotos

 



El término “cutulo” deriva del adjetivo “cuto”, aplicado, generalmente, a los animales que carecen de cola o tienen una muy corta. En la zona de Huamachuco se aplica a las mujeres que portan falda muy corta.

Este “insulto” y “bur|a” no es nuevo; sin embargo, nunca antes, como hoy, se instauró como oficial, a través de instituciones públicas gubernamentales, sociales y privadas, constituyendo un acto verdaderamente atroz que va en desmedro de un grupo social muy vulnerable.

Quienes se visten así son chicas llegadas del campo. Vienen, comúnmente, a trabajar en la gran ciudad. Su vestimenta es una manera de adaptarse a un medio hostil. Un modo de adquirir nueva identidad ante un escenario difícil. Una lucha diaria para pertenecer, de algún modo, a un ambiente al que nunca pertenecieron. Y al que necesitan pertenecer para sobrevivir.
En mis investigaciones he descubierto que las mujeres que llegan del campo a la ciudad pasan un proceso muy complejo de discriminación. Sobre todo, aquellas que usan pollera de lana. En la ciudad, “nadie debería usar pollera de lana". Esa prenda fue, y sigue siendo, un signo de “inferioridad”. En la ciudad, todas deben usar “falda” de tela o pantalón…
Es justamente durante esa transición (dejar un elemento nocivo y usar algo “adecuado” al contexto) que las mujeres “buscan” una prenda que les permita identificarse como grupo social único y particular. Si lo logran, seguirán siendo chicas del campo, pero “ya adaptadas a la ciudad”.
Ese es, claramente, un mecanismo de defensa, de lucha, de supervivencia ante un ambiente amenazador y discriminante.
Bajo ese mecanismo, y durante décadas, las mujeres han logrado edificar una identidad sólida y capaz de defenderlas en toda circunstancia.
Sin embargo, para burlarse y hacer desmedro de estas chicas, muchas “personas” usan el término “cutulas”, en referencia a su falta corta y elevada.
La discriminación por vestimenta tampoco es nueva. Es una de las viejas y muchas formas de discriminación.
Sin embargo, nunca antes, como hoy, esta discriminación fue “oficializada” y “masificada”, a partir de las propias instituciones que están llamadas a proteger a la población.

Todo comenzó en el 2023, cuando la Junta Directiva del Barrio Bolívar, Calle Real, decide hacer un concurso de “belleza”, denominado "Miss Cutulitas", en el marco de la fiesta de carnavales. Por primera vez el término es usado por una entidad, por una institución. Luego, por increíble que parezca, la Municipalidad Provincial Sánchez Carrión, en agosto del mismo año, en el marco de la fiesta patronal de Huamachuco, hace lo propio y realiza su “Concurso y Elección de Miss Cutulita”.
Estos dos actos oficiales, aunque con mucha buena voluntad, buscando quizá “visibilizar”, son los justamente “oficializan” la discriminación. Y no solo eso, sino que la “institucionalizan”. La vuelven “digna”, cotidiana, “normal”.
A partir de allí, el término “cutulita”, en diminutivo, para que duela menos, o para que no duela, ha sido usado indiscriminadamente por otras instituciones públicas y privadas.
Hay que señalar también que estas acciones tienen una gran carga machista implícita: buscan divertir a varones, “usando” a un grupo social de mujeres, históricamente indefenso y vulnerable.
La identidad es una cuestión muy delicada y valiosa. Si se menoscaba o destruye, grandes problemas pueden venir.
¿Qué hacer, entonces, si las instituciones que deben cuidarnos, nos denigran, nos insultan y nos humillan?
Autor: Paul Orlando Vera Basilio

No hay comentarios.:

Publicar un comentario