Las campanas de Marcabalito

Foto referencial.

Nuestra historia es rica e inmensa; todo cuento por muy pequeño que sea se hace grande, es así que en la década del año 1880, aproximadamente, cuentan que en la parroquia de Marcabalito, era necesario los sonidos de las campanas para llamar a los feligreses a participar de la celebración de la Santa Misa o también para advertir a los ciudadanos que algo bueno o malo está sucediendo en el pueblo. Por lo que el párroco y las autoridades de ese entonces decidieron mandar fundir 2 campanas, una grande que represente al hombre y una chica que represente a la mujer. Estas campanas lo mandaron fundir en los hornos que exisitían en el sector llamado Yanayacu que pertenece al caserío de Naranjopampa de propiedad del señor Nicolás Palacios, cuentan que al querer confeccionar una campana mucho más grande que las dos primeras el horno fue destruido con el mismo peso y no pudieron sacarla y con el transcurrir del tiempo ésta se iba hundiendo más profundamente y que para navidad en noche buena todos los años se escucha los sonidos de la campana, que según algunos entendidos pide que lo saquen de la profundidad para tocar sus melodías en la iglesia de Marcabalito.

Las campanas que se encuentran en Marcabalito están confeccionadas de bronce, cobre, oro y sangre humana, nos cuenta un morador, la cual esta mezcla lo hacen más consistentes y le dan un armonioso sonido.
En el año de 1883, después de la guerra de Huamachuco, los soldados chilenos, comandados por el coronel Orostiaga en su retirada pasaron por Marcabalito haciendo destrozos a todo lo que encontraban y cuando vieron las campanas dispararon sobre ellas, dejando más de 11 notables huellas de bala como queriendo destruirlas pero les fue imposible dicho intento, luego pasaron al santuario dirigiéndose a la imagen del amito de Marcabalito y quisieron desclavarlo entonces el santuario empezó a temblar como si fuera un terremoto; luego vieron salir agua del santuario; los chilenos optaron por abandonar Marcabalito pero lograron llevar algunas joyas, en el camino éstas se hicieron muy pesadas y otras se les iban cayendo sin que ellos se dieran cuenta, algunos lugareños les indicaron que era obra de un milagro del “Amito de Marcabalito” que quería recuperar sus pertenencias.

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