CAJABAMBA: Recopilan apodos de Cajamarca



Ameno, con no poco humor y gracejo, ofrece la otra pila bautismal de la ciudad norteña del Perú.Libro de Nicolás Puga Cobián los reúne como señales de identidad


Quino Calvet.
Los apodos cajamarquinos, de Nicolás Puga Cobián, muestra con elegante y desenfadada fluidez el universo escondido de la otra pila bautismal de Cajamarca. El modo cómo se va rebautizando a las personas, bien por sus virtudes, defectos o singularidades. En cierta forma: una manera de expresar el cariño o lo adverso por quienes juegan un papel protagónico en nuestro mundo.
Y lo más desafiante en esta obra: Nicolás Puga no esconde nada. Junto al apodo van los nombres y apellidos de quienes se han hecho acreedores a dichos motes que, por lo general, destierran la partida de nacimiento.
En cada libro, el autor corre muchos riesgos, como el de morir en el intento o morir a causa de lo escrito. En este caso, no se da ni uno ni otro desenlace. Pues la gracia, el tono fraterno en que se desenvuelve Los apodos cajamarquinos, lleva el tono propio de la intimidad fraterna, de los amigos jugando a qué te dicen a ti o qué me dicen a mí o qué le decían al que ya no está.
Apodos … ha registrado, para librarlo del olvido, el calor familiar, íntimo de los tiempos que se van borrando o corren el riesgo de borrarse. Evidencia que Nicolás Puga Cobián es un romántico, de los pocos que quedan, que trata de mantener, fijándolos en un libro, los tiempos que se fugan o quieren irse a pesar del cariño o el amor que nos ata a ellos.
La identidad de un pueblo no significa homogenizar a quienes lo integran. La identidad de un pueblo es el saber que pertenecemos a un lugar donde existen personas, historias, paisajes, hitos que no se encuentran en otro lugar, y que de un modo u otro son nuestros.
Señal de identidad
La identidad de un pueblo también se da reconociendo, por ejemplo, que un señor de apodo Ojo Duro era un vecino propio de Cajamarca, tan igual como el Guachito o don Panchito, en derredor de quienes han girado muchas aventuras. A nuestros héroes se suman los héroes de nuestros recuerdos, los que perduran en nosotros y nos traen el aire de los tiempos que ya no están y que quisiéramos que estuvieran.  Los apodos cajamarquinos es un libro muy ameno que contribuye a hermanar a la familia cajamarquina, y que pone de manifiesto ese ingenio tan particular de los habitantes del Cumbe.
Cito algunos apodos del libro de Nicolás Puga Cobián: Borrega verde, Caballo sin soga, Cagaleche, Cara de mote, Carne amarga, Rondín con tierra, Fraile loco, Gallito de lata ,Mala tripa, Meau de balcón, Pan de a  dos,  Pisacandela,  Salerito, Soquete, Triciclo.
Los viejos apodos son como las viejas canciones, nos traen aires del ayer y dan color al tiempo presente.

Fuente: http://larepublica.pe/tendencias/582864-recopilan-apodos-de-cajamarca