QUIEN BAUTIZÓ A CAJABAMBA, COMO CIUDAD DEL
ANDE EL PARAÍSO.
Por: Jhonatan Ricardo Chávez Boy
Las generaciones actuales se encuentran distantes de los exponentes musicales que marcaron época en la vida de sus padres o abuelos. Por ello, es necesario que rescatemos aquél legado de quienes con sus composiciones, voz y melodía, se ganaron la admiración de sus públicos, convirtiéndose en referentes artísticos dentro y fuera de nuestro país.
Cuando en Cajabamba recibimos a visitantes foráneos, no es raro que pregunten en dónde queda ubicada la Peña del Olvido, aquél precipicio donde antiguamente los jóvenes decepcionados decidían ponerle fin a su vida; y es que un compositor cajabambino decidió plasmar este sitio de lágrimas, en una alegre y bailable canción y difundirla por donde llevaba su canto.
Augusto Basauri
Alfaro; poeta, compositor, músico y cantante. Nació el 7 de octubre de 1933, en
San Francisco, distrito de Cachachi, provincia de Cajabamba. Hijo de don Benito
Basauri y de doña Herminia Alfaro Rojas, creció compartiendo su hogar y sus
escasos juguetes, con su prima Justina Palacios Rojas.
Estudió en la
única “Escuela de Varones Nº 125”, en el caserío “El Aliso”. Su compañero de
clases, don Antonio Vilchez Roncal, nos cuenta que era muy consentido por su
madre, quien lo enviaba con chaleco, corbata y zapatos, para escuchar las
clases del profesor Recaredo Vargas Villavicencio; y cuando la institución
realizaba alguna actividad, participaba acompañado de algún instrumento, interpretando
las canciones de moda de aquella época.
Sin conocer
maestro de música ni canto, aprendió primero el violín, instrumento que lo
acompañó en su niñez, para luego ejecutar la mandolina y llegar a dominar la
guitarra.
A la edad de 20
años ya era reconocido por diferentes lugares e iba creando algunas canciones.
Cada 4 de
octubre, para la fiesta del Patrón San Francisco, Augusto participaba y hacia
bailar a la gente. Aun no tenía grupo que lo acompañe, pero eso no era
limitación para el buen músico.
La primera canción fue inspirada en una vecina de nombre Marcelina, la cual nos cuenta don Antonio Vilchez, que era una dama de buenos atributos y pretendida por muchos jóvenes.
Guitarra en mano
y poncho al hombro, conquistó a un público aledaño con sus excelentes
interpretaciones, por lo que lo invitaban a cantar a las mingas[1],
cumpleaños, landarutos[2]
y toda fiesta que había.
Quienes
compartieron con él, cuentan que ejecutaba varios instrumentos, y que tocaba la
guitarra poniéndola por tras de su cabeza.
Joven de buen
carácter, sencillo, humilde, atento y amigo. No se le conoce que haya estado
metido en pleitos ni líos. En las fiestas cantaba, bailaba, pero no era
aficionado al licor.
La situación
económica se empieza a poner complicada para Augusto y a mediados de la década
del 50 a Lima en busca de trabajo. Por aquellos años, la música no era muy
rentable, se tocaba por afición y amor al arte. Pero en Lima continúa luchando
por seguir llevando el nombre de Cajabamba.
Por el año de
1977 se conoce con el Sr. Leonidas Briceño Gurreonero, quien también era
cantante y paisano y con quien desde entonces entablaron una amistad. En una
colonia de personas residentes en Lima se reunían. Nos cuenta don Leonidas que
fue el Cholo Cajabambino, los Reales de Cajamarca y el Indio Mayta quienes
fueron los exponentes del norte en la capital. Tenía algunos alumnos a quienes
les enseñaba a tocar guitarra.
Nos cuenta
también que el Cholo Cajabambino le contaba que componía sus canciones de
acuerdo a sus vivencias.
La canción “La
Peña del Gavilán” la compuso inspirado en Cajamarca.
La Catalina,
referente a una amiga.
A inicios de la
década del ’70 hace una gira por Ecuador, y al volver crea algunos pasillos y
San Juanitos en agradecimiento al país que lo recibió con mucho cariño.
Don Leonidas fue
invitado para componer su maraco musical, y han recorrido provincias como
Chota, Cutervo, Bambamarca, y es aquí donde le aconseja a su marco musical que
para ser queridos por el público, siempre hay que recibir la comida que nos
den, que jamás se desprecia el cariño del público, hay que aceptar.
Buen cantante,
con un timbre de voz imponente.
Recuerda don
Leonidas que en su juventud él participaba de reuniones en las cuales le
invitaban a cantar y ahí llegaba el Cholo y la gente lo celebraba y algunos
hasta lo alzaban. Poco a poco fueron conociéndose y entablaron una buena y
duradera amistad hasta la fecha. Fue entonces cuando don Leonidas decide
aprender acordeón y al verlo el Cholo Cajabambino, lo invitó a ser parte de su
conjunto y a recorrer gran parte de nuestro país.
Cuando el Cholo
hacia reuniones en su casa y el cariño a sus músicos era recíproco.
Eran un cantante
inigualable y opacaba a los cantantes cuando compartía escenarios por su fuerza
de voz.
Su carrera como músico profesional se inició a principios de la década de 1960, con su primera composición “El chancho de Marcelina”, grabada en disco de vinilo, en la entonces disquera “El Maraví”, donde grababa la mayoría de músicos de renombre por aquellos años.
Un dato que nos
menciona su nieta, fue que el mismo Augusto le contó que fue don José María
Arguedas quien lo bautiza como el Cholo Cajabambino, y si revisamos su novela,
“El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo” Arguedas, a través de su personaje, lo
evoca con mucha admiración y alegría.
Los temas de sus
canciones abordan el romanticismo al intentar expresar las emociones hacia una
persona o a su tierra natal; además algunas indignaciones y denuncia social, en
épocas cuando “No hay azúcar, no hay arroz” por las penurias que pasaban en
algunas épocas.
Uno de los más
grandes difusores de la música folclórica del norte del Perú. Alternando con el
Indio Mayta, el Trovador Andino, Luis Abanto Morales, conquistaron el cariño
del norte del Perú. Esta generación,
abrió la trocha para que el estilo norteño se convierta en un fenómeno nacional
por más de 40 años. Compitiendo con el Jilguero del Huascarán, Los
Campesinos, Los Errantes de Chuquibamba o el Picaflor de los Andes, colocaron
al huayno en la cima del estrellato.
Años más tarde, Augusto viajaría a
Ecuador.
Cuenta la Sra. Justina Palacios
Rojas, prima del Cholo Cajabambino, que en aquellos años él y su madre Herminia
visitaban con bastante frecuencia la casa de la familia Boy, donde Justina
trabajaba. Cierta vez, llegó de sorpresa y con mucho apuro le pidió:
—Prima Justina, si la Julia te
pregunta, no le digas que me has visto—. Y se marchó de inmediato.
Al poco rato, una mujer alta y buena
moza, de nombre Julia Noriega, se presentó a la puerta de la casa preguntando
por don Augusto, de quien negaron conocer su paradero.
Meses después, el Cholo Cajabambino
lanzó la ahora ya conocida canción "La Julia", una composición más de
los clásicos huaynos norteños.
Tuvo dos hijos
con la señora Julia Noriega, quien su padre, Edmundo Noriega, era el dueño de
la hacienda San Felipe. Tiempo después viaja a Lima a proseguir con su carrera
musical.
Autor y
compositor del huayno tradicional. Entre sus creaciones tenemos: Ay Paisanita,
Cholita Morena, Hermosa Cajamarca, Las Cinco Novias, Provincianita, Sombrero de
Paja. APDAYC le otorgó un Jade Musical por la canción “El Chancho de
Marcelina”.
En la canción
tierra norteña “El Cholo cajabambino” canta a la
hermosa tierra de Gloriabamba, menciona a los diferentes distritos y caseríos,
paisajes y sobre todo su admiración por su belleza, lo que le hace prometer que
jamás olvidará a su pueblo.
El Cholo es un artista de música andina que siempre ha dejado un mensaje positivo a sus paisanos.
Sus últimas canciones fueron los pasillos y
sanjuanitos.
El cholo Cajabambino siempre decía que a mi Cajabamba,
lo llevo en mi corazón.
Sus canciones han sido interpretadas por el Trovador
Andino, el Galán Usquilano, Julio Alvarado, agrupación Llaqta Taki, agrupación
Solar, Dúo Chigne, el Caballero Pomabambino; y en su natal Cajabamba, por la
agrupación Los Atoqs, entre otros. También han sido adaptadas a ritmos
cumbiaderos por orquestas como Expresión del Norte y Armonía 10.
Antonio Vilchez
Roncal.
Leonidas Pablo Calderón
Gurreonero.
[1]
La minga es una tradición de trabajo comunitario o colectivo voluntario, con
fines de utilidad social o de carácter recíproco
[2]
El landaruto es la fiesta familiar en la que se hace en el primer corte de
cabello de un niño, preferentemente en la zona rural.
Excelente biografía de mi paisano Augusto Basauri Alafaro.
ResponderBorrarEntre el año 86 a 87 cuando Yo tenía 13 años de edad se fue a nuestro natal San Francisco a cantar en homenaje al día de la madre, fue lindo acompañarlo al tocar guitarra junto a Él.
Lindos recuerdos.
Mis felicitaciones al quien hizo esta biografía....saludos