Yo respeto, tu respetas, el…

Por: Guillermo SILVA RODRIGUEZ
El respeto o reconocimiento es un valor fundamental que hace posible las relaciones de comunicación y de convivencia entre la gente y es una condición básica para que se engendre la confianza. Si esto se pierde, surgen una serie de impases que conllevan a generar violencia, rupturas sociales y consecuencias negativas para las personas, familias y el Estado.

En la actualidad, la falta de respeto entre las personas, se ha esparcido por el excesivo énfasis que hemos puesto en la libertad y en los derechos humanos. Esto, ha traído como resultado una mala interpretación de lo que significa dignidad de los seres humanos. Una deducción errada, ya que podemos criticar a quien nos dé la gana, así como también ridiculizar a nuestros semejantes. Por ejemplo, vemos en el sistema educativo que, los alumnos, estudiantes, no respetan las clases y los profesores muestran, a veces, prepotencias en función de sus cargos o privilegios.

Immanuel Kant, filósofo alemán, consideraba que sin el respeto a nuestra conciencia moral carecemos de dignidad y por lo tanto de un autentico amor hacia nosotros mismos. En el ámbito de la moral es lo que nos distingue de los animales y gracias a esto, tomamos conciencia de nuestra propia autonomía de existencia y de nuestra responsabilidad. En su filosofía, Kant, sostiene que los seres humanos tenemos que ser respetados porque somos un fin en sí mismos. Entonces, al ser un fin en sí mismos poseemos un valor intrínseco y absoluto: la dignidad.

Otra forma importante de este tema, es el respeto a uno mismo. Esta manifestación es una habilidad esencial para vivir la rutina diaria de manera satisfactoria y con sentido. Además, es primordial para la vida en el medio o lugar que habitamos. Aunque, por la forma como se nos ha educado, respetar a los demás no es nada fácil. Vemos que, tenemos dificultad en respetar a las personas de la tercera edad (ancianos), a las personas discapacitadas, así mismo a todo aquello que nos rodea, a las plantas y a los animales, a los ríos, lagos, mares y océanos.

En Cajabamba, Cajamarca, mi profesora Elvia nos comentaba que, donde hay respeto reina un ambiente cordial y amable. Remarcaba que, el amor humano es la fuente de la dignidad y que exige un trato especial y delicado. Esta singular maestra, se hacía y nos hacía preguntas; después de cada una de estas guardaba un pequeño silencio, para reflexionar. Por ejemplo, cuestionaba: Las autoridades de turno (actuales) respetan a sus conciudadanos,… Los transportistas respetan a sus pasajeros,… Los médicos respetan a sus pacientes,… Igualmente repetía, “respetos guardan respetos”… ¿Usted qué opina?


En consecuencia, si no nos respetamos los unos a los otros viviremos siempre con grandes diferencias: miseria, pobreza, temor, rencor, violencia,… y no alcanzaremos esa dignidad como personas. Si no queremos, si no amamos, no respetaremos nunca y seguiremos con los “ojos cerrados”. Así de simple.
Por todo esto, respetemos a los demás y a nosotros mismos.

1 comentario:

  1. Que lindo tema, personalmente el respeto es un valor, por lo tanto ehe hacerse un habito, solo asì la humanidad tendra otra forma de vida, lo mejor es que nos entenderìamos y llegarìamos a estos conflictos que se producen en nuestro departamento.

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