con el polvo de las tizas
en mis dedos,
con llanto de pizarras
en los hombros;
las clases y el recreo
anudan mi corazón.
Me voy...
con los libros desgastados,
plasmando la mirada
En el Norte derrotero,
que siempre evocaré.
Con paso taciturno
emprendo mi partida,
llevando entre mis puños
sonrisas de niñez.
He de volver Cauday querido,
a admirar tus alboradas,
a jugar con tu niñez,
a beber de tus consejos
el néctar de tu verdad,
Desde mi "Gloriabamba",
por la senda serpenteante,
he de enviarte parabienes
aulas inolvidables de Cauday
que las guardo en mi vivir.
Me voy porque el destino
ya lo dicta en mi camino,
ascender al atalaya,
abrazar a mis maestros
que me dieron su saber.
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