Caserío Otuto - Condebamba -Fotos




Caserío que se encuentra situado al Norte del distrito.

Otuto estuvo dividido desde la antigüedad en dos sectores; el primer sector fue el caserío, propiamente dicho, y el otro sector lo que fue la hacienda, y tuvo por nombre San Ambrosio de Otuto. 

Allá por el año 1981, en representación del honorable Concejo Provincial de Cajabamba, conformé la comisión para la inauguración de la posta sanitaria de Otuto. Integraban la comitiva el Dr. Edgar Ca- rranza Ayala, en representación del hospital Nuestra Señora del Rosario; las enfermeras Victoria Pesantes y Bessy La Torre, encargadas de la salud pública escolar. También estuvo el señor Nemecio Valera, promotor de salud, Marcos Mariano Narro, agente municipal, y los ciudadanos Pedro Máximo Medina Boy, Hipólito Rojas y Albina Romero Paredes. Estando junto al flamante local de la posta sanitaria de Otuto, el reverendo Padre Lucho, de nacionalidad Belga, hizo la inauguración del local, y, a continuación, hicieron uso de la palabra el Dr. Carranza, el profesor Luis Eslava Iparraguirre y la enfermera Victoria Pesantes.

Al recorrer la campiña de esta hermosa exhacienda, en la que vivieron yanaconas, me extasié al contemplar la belleza de sus paradisíacos campos esmeráldicos y lozanos, su diáfano de puro sol, admiré al destacado cerro del distrito llamado El Clarín. La ex casa-hacienda, donde vivieron muchos años los patrones Gálvez, está en escombros, y entre estos desdeños localicé una pulida piedra azul, base de un pilar, que en una de sus caras estaba esculpido, en alto relieve, una fecha algo borrosa e ilegible, lo que daba como referencia -posiblemente la construcción de la casa de los hacendados.

Al volver la mirada al cerro El Clarín, donde se han encontrado restos de ceramios, este tiene la forma perfecta de una montura de caballo; luego ingresé a la capilla del lugar, la cual guardaba en el altar mayor a su patrono San Ambrosio. Al costado oeste de esta capilla, a unos 50 metros de distancia, hay cuatro corpulentos y añosos árboles de eucalipto, de tallos de imponente diámetro, rectos y muertos de pie, como es la ley de todos los árboles en el mundo de la naturaleza, luego de comentar con el galeno, me hizo recordar a la obra del gran literato y dramaturgo español, Alejandro Casona, quien escribió Los árboles mueren de pie, y así muertos los eucaliptus de Otuto sirvieron y sirven para el romance de las aves que allí se posan y dormitan con sus lúgubres cantos como los tucos y las paca-paca, que en el silencio imponente de las noches de luna, o sin ella, quitaron el sueño en las chozas a las personas supersticiosas que allí dormitaban pensando en que alguien espera un sepulcro más en el cementerio.

Extraído: Monografía del distrito de Condebamba - Luis Eslava Iparraguirre -julio 2021

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