Jhonatan Ricardo Chávez Boy
Nació en Cajamarca 1990. Sus estudios los realizó en la Escuela 111, y en el Colegio “Cmte. Leoncio Martínez Vereau”, de Cajabamba. Actualmente es estudiante de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Privada del Norte, de Cajamarca.
ASIESCAJABAMBA con el compromiso de apoyar la cultura de nuestra tierra, les hace llegar el segundo cuento de tres que nos tiene preparados Jhonatan. Próximamente su tercer cuento.(¿Quieres leer el primero? Aquí)
AL CERRAR LOS OJOS
foto referencial |
Beatriz es una mujer de mediana edad, le gusta usar sombrero, ponerse un par de polleras y calzar ojotas. Su rostro es arrugado por los golpes que ha sufrido en la vida y deja notar en sus ojos una amargura que no puede liberar y un sufrimiento que le consume.
Ella siente que Dios la ha abandonado, que se ha olvidado de ella, pero a pesar de todo, tiene fe en Él y ha decidido amarlo con todas sus fuerzas. “Dios tarda pero no olvida”, trata de convencerse. “Algún día tendré lo que nunca pude”.
Desde muy niña trabajó para la hacienda de su padre y por ser hija “ilegítima”, fue obligada a ser la empleada del hogar. “Si Ramón Castilla liberó a los esclavos ¿por qué sigo trabajando como una esclava?” – se decía. Gracias a Dios el gobierno del General Velasco acabó con estos hechos infames al dar la Ley de Reforma Agraria y acabar con las haciendas que sólo dejaba notar al Perú como un país explotado y para nada civilizado.
Poco a poco fue liberándose de los trabajos forzados a los que era sometida por su padre y pudo lograr una vida más tranquila. Logró tener un enamorado en quien confió ciegamente, pero ahora él ya no está. Beatriz es madre soltera. Juan, el hombre a quien le entregó todo su amor, la abandonó apenas supo que estaba embarazada:
- O abortas, o resuelves sola tu problema.
- Pero Juan, no es sólo mi problema. Los dos…
- Tú sabes que yo no tengo de dónde para mantener, además soy muy joven para tener hijos – interpuso Juan.
- Pero ya está hecho, Juan. Eso lo hubieras pensado antes, cuando te dije que debemos cuidarnos.
- ¿Sabes qué? ¡Vete al diablo! Si vas a tener a tu hijo no cuentes conmigo para nada.
- No me abandones, Juan. Yo te quiero – decía Beatriz mientras intentaba darle un abrazo. Las lágrimas iban brotando de sus ojos.
- Qué bueno hubiera sido, si nunca te hubiese conocido – respondió Juan, apartándose.
A Juan no se lo ha vuelto a ver desde entonces, pero dicen que se encuentra detenido, que otra mujer lo denunció por alimentos y que ya está preso, desde hace un buen tiempo.
***
Beatriz vivió un tiempo con su madre. Fue la mayor de cuatro hermanos a quienes desde muy pequeños apoyó y sacó adelante. Lavaba ropa, limpiaba pisos y gracias a este sacrificio, logró hacer profesionales a todos sus hermanos. Ahora ellos viven con sus esposas y sólo la visitan cuando están en problemas o necesitan dinero. En cierta ocasión hasta la acusaron de haber hurtado unas joyas de la señora Spillmen – a quien todos conocían como “la gringa” por tener el pelo característico de los extranjeros – quien la botó de su casa a patadas y sin poder objetar nada.
- Si abres tu boca, te jodes paisanita – Le había dicho la hija de la señora de la casa.
Cuando Beatriz supo que estaba embarazada no sabía qué hacer, ya que era de una familia muy pobre y lamentablemente en su país las leyes enriquecen a los ricos de la manera más inhumana: explotando a los pobres. Ella no quiere tener envidia de que algunos tengan las mejores comodidades, carros nuevos, ropa nueva, celulares y cosas por el estilo, pero a veces llega a sentirla. Se pregunta: ¿Qué prefieres, que no falte qué comer o tener un carro nuevo y de lujo? Se sonríe y contenta a sí misma y agradece a Dios porque no le falta alimento – al menos no siempre –, mientras ve en la pared de un restaurante la fotografía del actual Presidente: abultado y corpulento, lleno de vida, riendo y alzando la palma de la mano – como si no existiera pobreza en su país – con una estrella roja, de cinco puntas y cuatro letritas blancas al centro, que no se alcanzan a ver. Ella piensa que estas cosas deben cambiar, que debe haber un bienestar común, pero detiene su pensamiento cuando escucha chillar a sus espaldas las llantas de un auto que frena súbitamente para no atropellarla, mientras que el conductor le grita:
- ¡Quítate chola de mierda! ¿acaso no tienes ojos?
- Vos no tendrás ojos, por eso casi me chancas –. Responde Beatriz y se da cuenta que es el alcalde de la provincia el que le grita.
- Que si no estuviese apurado te hago que…
Frena nuevamente al darse cuenta que está a punto de chocar contra un poste.
- Mierda – dice para sí, el alcalde.
Ella no sabe qué sentir cuando ve estas cosas, el alcalde siempre borracho y en el carro del Municipio, los policías jugando casino en el puesto y sin nadie a quién poder reclamar.
***
Beatriz decide tener a su hijo y va a la iglesia a pedir a Dios que la ayude a ser fuerte y salir adelante, pero estuvo a punto de perder su embarazo cuando, al regresar, resbaló de la vereda y cayó sobre el suelo duro y pedregoso. En su pueblo no existía un hospital y tuvieron que llevarla a una clínica de emergencia, era de un estudiante de medicina que había dejado la carrera, no se sabe por qué razones pero era de familia adinerada. El “médico” aseguró curarla si es que pagaba la cantidad que le pedía:
- Son treinta soles la consulta señora – dijo el joven vestido de blanco -, Luego le daré una receta que tiene que comprar en la farmacia.
- Doctorcito, hoy no tengo platita, lo poco que tenía lo acabo de dejar en la parroquia.
- Lo siento mucho señora, pero a mí me costó mucho trabajo llegar a estas alturas, los estudios son muy fuertes, especialmente en medicina.
Beatriz le prometió pagar en cuanto tenga dinero, era preferible su salud y la salud del hijo que con tanto anhelo esperaba. “Lo haré por ti mi niño, en quien pongo todas mis esperanzas e ilusiones y serás el sostén de mi vejez”. Se decía para ella.
Felizmente el niño logró nacer sano y con un buen peso, lo que alegró a Beatriz y agradeció a Dios por ese lindo regalo.
***
Ella siente una gran ilusión al ver jugando a su hijo por los rincones de la casa, llenando con gritos de alegría su hogar y en quien piensa que de grande le dará todo lo que ella ha deseado tener y gozar de las comodidades de las que nunca fue partícipe. Ella vive esa alegría junto a su hijo y es capaz de dar todo por él. Lo ama y deja notar su amor por él.
El pequeño Germán crece, es un niño como todos los demás, asiste a la escuela. Es último año y celebran, que el próximo irá al colegio. La madre lo felicita por haber terminado esta primera etapa de su formación educativa y él se siente halagado de que así sea.
***
Germán entró al colegio. Cambió su círculo de amigos, ahora se junta con “amigos más grandes” con los cuales se ve siempre y se va sintiendo un verdadero hombre. Se le nota un poco más rebelde. Sale casi todas las tardes y regresa de noche a cenar.
- Tienes que estudiar Germancito pa’ que seas algo en la vida – dice Beatriz, cogiendo un plato para servir la sopa de chochoca que había preparado –, mira que tus tíos ya son todos profesionales y ahora gozan de su dinero.
- Sí mamá, no te preocupes – dice él, impaciente a que le sirvan la comida para volver a salir.
- Mira que tú eres la esperanza pa’ sacar de la pobreza a la familia.
- Sí mamá, ya lo sé.
- Sí pué hijito, tienes que obedecer, que es pa’ tu bien.
De pronto Germán se impacienta y pierde el control de sus palabras.
- ¡Ya mamá, ya te escuché! ¿Piensas que soy sordo o qué? – grita.
Y se levanta de la mesa y va enfurecido a su habitación, como si lo que su madre le dijo, fuera algo dañoso o nocivo a su salud.
Beatriz lo llama a cenar y se siente arrepentida de haberle dicho eso. Va a ver a su hijo a la habitación.
- Ven a comer Germancito, no te quedes de hambre.
- No quiero.
- Ya pué hijito, discúlpame si te hice sentir mal.
- No quiero, además has hecho esa comida que sabes que no me gusta.
- Pero no ha habido otra cosa pué hijito, por favor entiéndeme.
- No, y ya regreso – se levanta Germán y sale golpeando fuertemente la puerta de la calle.
Esa noche Beatriz se quedó esperando a que Germán llegara a dormir para que conversen. Mientras tejía una chompa, ella se puso a pensar en el por qué de la reacción de su hijo: “Debe ser por la edad”, se decía.
El sueño se apoderaba de ella y Germán no volvía, hasta que no pudo más y cayó rendida a su cama.
Al día siguiente ella despierta preocupada, pero siente un gran alivio al ver que su hijo está tendido en su cama. Todavía tiene sueño pero tiene que dejarlo atrás y cumplir con las obligaciones de madre. Abre la puerta de su habitación y recibe un fuerte golpe de frio que envuelve su cuerpo y la hace tiritar. Va al lavadero, abre el caño y le chispean gotas de agua que son expulsadas de fuerza. Se lava la cara, se peina. Deja calentando agua para el desayuno, mientras va de prisa a comprar el pan. Germán tiene que ir al colegio.
Llega a la panadería pero aún no está abierta, toca la puerta pero sale una señora que pareciera que la vida la trata mal y quiere desquitarse con el primero que ve, o tal vez cree que ella hace un favor a la gente dándoles el pan de cada día, sin darse cuenta de que si no fuera por ellos, la vida la tratara aún peor, y le dice:
- ¿Por qué toca tan fuerte? ¿No ve que todavía no abrimos?
Beatriz va rápidamente a otra panadería, que tampoco está abierta. Regresa nuevamente y por suerte encuentra a la señora amargada poniendo encima de su puerta una banderita blanca, que indica la venta del pan.
- Deme un solcito.
- ¿Y tanto apuro por un sol? – responde la vendedora, echando seis panes en una bolsa.
- Gracias madrecita – se despide Beatriz, sin esperar respuesta alguna, como es de costumbre.
Beatriz se dirige muy deprisa a su casa, pero al dar vuelta la esquina se da cuenta de que su hijo la espera en la puerta con el ceño fruncido y de mal humor.
- Ya me voy.
- Pero hijo, tu desayuno.
- Ya sabes que en el colegio castigan a los que llegan tarde – y sale dejando atrás a su madre y sintiéndose orgulloso de que sin haber probado bocado alguno, va a estudiar como buen alumno e hijo que es.
- Ya regreso – prosigue él, dando la espalda al hogar y al sacrificio de su madre.
Beatriz ruega a Dios que derrame sus bendiciones sobre su hijo, lo ilumine y guíe en su recto camino.
Luego de una hora llega Germán a su casa:
- Mamá, tengo hambre.
- Hijo, ¿no has ido a la escuela o te has escapao?
- Como quieres que vaya, si ni desayuno he tomado.
- Pero yo te dije que tomes tu desayuno, sino que tú eres desobediente pué.
- Bueno, ¿me vas a dar mi desayuno o no?
- Ahorita te sirvo hijo, siéntate – dice Beatriz, soplando los carbones rojizos y acomodando la olla para calentar el agua con maicena que tiene que dar a Germán.
- ¿Vas a regresar al colegio? – pregunta Beatriz.
- No, ya no. Por tu culpa llegué tarde y ya no me dejaron entrar.
Beatriz se siente culpable por lo acontecido y decide levantarse más temprano al día siguiente.
***
El tiempo va pasando, la vida se hace más dura para Beatriz, su sombrero esconde unos hilos plateados que empiezan a aparecer entre sus cabellos y su hijo ya es un hombre. Germán dejó los estudios desde que se dedicó al cigarro, fútbol y alcohol. Le gustaba salir en las tardes, hacer deporte, “tirar su pichanguita”, como decía él. Luego salía de noche, pero las salidas nocturnas se hicieron más seguidas y su hora de llegada era cada vez más avanzada.
Pronto se convertiría en su rutina diaria, pero sumándose después de cada partido unas “agüitas” para calmar la sed.
- Has visto el partido de ayer – preguntaba uno de ellos, destapando una botella de cerveza, después de haber terminado la sudorosa y grosera partida de fútbol.
- Puta que ese tío se pierde un golazo.
- Todos son unos huevones, a mí me deberían hacer jugar, a mí, que daría mi vida por el deporte.
- Si yo ganara el dinero que ganan esos buenos para nada, gastaría toda mi plata en chelas y cada vez que destapara una de ellas, gritaría: ¡Que viva el Perú, carajo! Por habernos dado una vida de reyes: comer, joder y dormir –. Todos estallaron en risas.
- Si nosotros jugáramos para la selección, estoy seguro que el Perú se va arriba – decía otro de ellos, como si lo que necesitara el país para salir de la pobreza o combatir la corrupción, fueran buenos futbolistas.
***
Germán se despertó muy avanzada la mañana con un fuerte dolor de cabeza por la beodez de la noche anterior, no tenía dinero en el bolsillo y su madre estaba preparando el almuerzo. Al darse cuenta de eso, corrió a levantar el colchón de ella, donde sabía que encontraría algún dinero y al no equivocarse, sacó cierta cantidad. Luego fue a la cocina a comer alguna fruta:
- Hijo buenos días.
- Qué ¿no hay fruta? – contestó malhumorado.
- Espérate un ratito, ya va a estar el almuerzo.
Era el momento preciso para que Beatriz hable con su hijo.
- Germán – se atrevió a decir Beatriz –, ya no tengo dinero y mis fuerzas ya no son las de antes, ya me siento cansada y no puedo hacer trabajos fuertes, por favor ayúdame con algo. Tú sólo paras en la calle y con tus amigos y casi no conversamos, sólo vienes a comer y a pedir plata, necesito que me ayudes, por favor hijo.
- ¡Tú eres la que no me comprende a mí, mamá – gritó –, no comprendes que también necesito divertirme, tú también fuiste joven y seguro te gustaba divertir! Si necesitabas de un hombre que te ayude, deberías de haberme buscado un padre mejor. – Y entró a su cuarto a mirar televisión.
- ¡Ay este hijo! ¿Por qué será así? – y las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos, como gotas de lluvia que caen del cielo para entristecer la tarde.
Beatriz no era ajena a la realidad. Sabía que estaba perdiendo a su hijo, a ese hijo que con tantas ilusiones parió con dolor para darle todo lo que podía estar a su alcance y más, a ese hijo en quien depositó todo su amor y esperanzas y quien ahora le respondía de esa forma. “¿Por qué Dios? ¿Por qué me abandonas cuando más te necesito?, demuéstrame que existes, que tú amas a tus hijos, y que no te gusta verlos sufrir.” Se resentía Beatriz y los chorros de agua rodaban por sus mejillas.
Los días se convertían tormentosos para ella. Sentía la soledad de su alma y sus lágrimas caían al sentirse abandonada.
***
- ¡Beatriz!, ¡Beatriz! – se oían unos gritos desde afuera.
Beatriz dejó a un lado la frazada que lavaba tranquilamente y corrió a abrir su puerta.
- ¿Qué pué pasa vecina? ¿Qué sucede? – decía Beatriz mientras se secaba las manos en su mandil.
- Ay Beatriz – continuó la vecina –, tu hijo estuvo tomando en la cantina de la esquina, y ahora está peleando con otro chico. Los dos tienen un cuchillo.
Beatriz sintió un golpe en el pecho que la dejó inmovilizada. Su vecina la jaló del brazo y la despertó de su espasmo.
Cuando llegó, la pelea había terminado, todos seguían tomando y los retadores se pasaban una cerveza como símbolo de reconciliación y amistad.
- Hijo, hijito. ¿Estás bien?
- Vuelta vieja, ya te he dicho que no te metas en mis asuntos –. Respondió Germán, levantándose de su asiento y haciendo girar a su madre media vuelta –. Anda a la casa. Ya. Anda a la casa. Chau, chau.
- Agradece que hay alguien que se preocupa por ti, manganzón – se escuchó la voz de un peatón.
***
Germán se consiguió una enamorada, una chica que antes vivía con su madre y su padrastro pero no le gustaba llegar a su casa porque sólo vivían peleando y decidió salir y divertirse.
Se habían conocido en un bar cercano a su casa en donde ella había conseguido trabajar vendiendo licor, se enamoraron y pronto Germán decidió convertirla en su mujer.
- Vieja, te presento a Carmen. Ella va a ser mi mujer.
- Pero hijo, con las justas nos alcanza pa’ nosotros y ya vas a traer otra persona acá a la casa.
- ¿Qué cosa? – dijo Germán, frunciendo el entrecejo –. Si me quieres como dices, tendrás que aceptarlo mamá, si no me voy de la casa.
- No es eso hijo, pero entiende que no alcanza pué.
Germán se puso a guardar su ropa en una bolsa.
- No te vayas hijo, no me hagas esto, tú eres lo que más quiero en la vida, pero no te vayas hijo, por favor – estalló a llorar Beatriz, cogiéndolo del brazo y pidiéndole de rodillas que no se vaya.
- Lo siento mucho mamá, pero ya no te soporto más – E hizo un esfuerzo para que lo suelte –. Ya vendré a llevar el dinero que me corresponde para poder vivir.
- Por favor hijo, yo te quiero, no seas así conmigo.
- No hay qué hablar, me voy.
Beatriz lo abrazó fuertemente con la cabeza pegada al pecho de su hijo y en un arranque de rabia, Germán le dio un empujón fuerte que hizo que cayera al suelo.
- Además, así no quieras, me quedo con ella porque está embarazada – y salió tirando la puerta y dejando a su madre en el suelo.
- ¿Tu vieja es siempre así de antipática? – preguntó la enamorada.
- Sí, ya me tenía cansado, no quiere darme dinero, no quiere que tome y ahora no quiere que esté contigo. Pero esto se acabó – hablaban entre ellos mientras que Beatriz, tirada en el suelo, sentía que se le apagaban las fuerzas y le faltaba respiración. La noche llegaba sólo para sus ojos.
***
Germán estuvo borracho cuando le dijeron:
- Tu madre acaba de ser internada en la clínica. Tuvo un paro cardiaco.
Como si no hubiese tomado ni una gota de alcohol, se levantó y fue corriendo al hospital. Encontró a su madre con suero e inyecciones.
- Mamá, he venido a verte.
- Hijo – respondió su madre con una voz débil y apagada –, yo te quiero mucho y me duele ver tu vida de esa forma.
- Mamá – se le cayó una lágrima –, perdóname, te prometo que todo va a cambiar, Dios es grande y …
- No hijo, ya no digas nada. Dios no se acordó de mí cuando tanto lo necesité. Tenía la esperanza de que algún día todo cambiaría, pero no fue así. Nací pobre y sufrida y de esa forma he de morir. Dios no…
- No digas eso mamá, tu vas a tener la felicidad que necesitas. Por favor perdóname, te prometo cambiar.
Pero sus palabras eran vanas, ella había cerrado los ojos.
bieeeeeen Boy, te felicito
ResponderBorrarElizabeth
SIGE ADELANTE Y CONSEGIRAS TUS SUEÑOS
ResponderBorrarDE JENIFFER FELICITACINES BOY
ooooh gracias. J. Ch. B.
ResponderBorrarooooh sigue adelante sin mirar abajo y vas aterminar enllesado la pata.
ResponderBorrarjajajaj
UPN LA PEOR
FRACASADO
SONIA OTINIANO
jhonatan te tienen envidia...cantale ps envidia envidia me tienen envidia...jajja nada ricardito todo te va a salir super bien y animos sigue pa lante y veras el exito en tus manos besos..
ResponderBorrarSALUD CARAJO QUE VICVA LA ESCRITURA...
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